Abogada y protectora de los bebés, Rachel Alexander, comparte nuevas perspectivas en Dobbs
Fue un gran placer ayer hablar con Rachel Alexander, abogada de Arizona, quien tiene más de 15 años luchando para la vida. Ella describe sus emociones fuertes después de enterarse de la decisión de la Corte Suprema en Dobbs—la que suprimió la decisión de Roe v. Wade.
Alexander postuló que este cambio aconteció por varias razones. Primero, la ciencia se adelantó tanto entre 1973 y 2022 que era de más en más dificil negar la humanidad del feto, hasta en las semanas más tempranas del embarazo.
Además Alexander considera importante el desarollo de las redes sociales como Facebook y Twitter. Antes, la abogada dijo, “sólo veíamos imagenes de fetos abortados si íbamos a manifestaciones provida o alguien nos daba una papeleta en frente de una iglesia.” Después del lanzamiento de tantas redes sociales eso cambió. Todos, hasta en la intimidad de sus hogares, tenían aceso a imagenes de las víctimas del aborto. Eso cambió muchas opiniones.
Por lo último, Rachel opinó que el cambio en las ideas políticas de las minorías y las mujeres desempeñó un papel histórico. “Cuando la gente se enteró de que abortaban a la gente de color y a las hembras más frecuentemente, eso hizo a esos grupos pensar más.”
Estuve de acuerdo con Srta. Alexander y añadí un poco de mis propias observaciones. En 1973, había un contexto social que hacía el aborto más razonable en los ojos de la sociedad. Un arquetipo se reconocía en la población general: la jovencita que tenía miedo porqua la había abusado un hombre agresivo en su vecindario, la que apenas sabía lo que era el sexo, y si diera luz al bebé tendría que ver todo su vida social destruída, castigada con el prejuicio terrible de su sociedad, viendo un futuro de exilio (una muerte social), y probablemente la entrega forzada de su hijo a un sistema de adopción dominado por los procesos clandestinos y por la vergüenza profunda—muchas veces tales pobrecitas las mandaban sus padres a “hogares” muy remotos donde tuvieron sus niños, las autoridades se los llevaron, y después su nombre ni aparecía en el certificado de nacimiento dado a su hijo adoptado por desconocidos.
Que mundo más tenebroso, triste, y trágico—cruel, opresivo, y machista. El aborto es la matanza imperdonable de un ser humano, pero en el contexto de aquel mundo cruel de los años cincuenta y sesenta, el aborto parecía igual a—o menos terrible que—las realidades a su alrededor.
Hoy día se ven todavía las emociones producidas por la crueldad del ancien regime, pero las mujeres de hoy no pueden reconocer todo el miedo e impotencia que caracterizaban el debate sobre el aborto hace cincuenta años. Las feministas no querrían el crédito por haber hecho posible la abolición del aborto pero ellas deben ser agradecidas por haber borrado el contexto desgraciado que hacía el aborto una maldad necesaria. Hoy las mujeres tienen poderes que las feministas consiguieron con su sudor y su sangre, después de luchas constantes en los ámbitos políticos, culturales, jurídicos y sociales.
Hoy las mujeres reciben una educación universal. A los conservadores no les gusta la educación sexual pero hoy los estudiantes lo reciben, sino en forma del curriculum escolar por lo menos a través de la pornografía que abunda en la cultura y en las redes sociales. Las muchachas de quince años hoy apenas pueden imaginarse en la situación de su igual en el año 1960, quien ignoraba los hechos del sexo y carecía de consejeras de quienes confiarse. Casi 50 años después de la publicación de Against Our Will por Susan Brownmiller, la sociedad trata con mucha gravedad el tema del asalto sexual igual que el acoso sexual y bullying. Hay una muchedumbre de leyes protegiendo las mujeres contra el maltratamiento.
Hoy las mujeres predominan en las universidades y sacan mejores notas que los muchachos de la misma edad. Hay muchísimos ejemplos de mujeres poderosas incluyendo casi una mitad de la Corte Suprema y la Vice Presidente. Su poder de mantenimiento financiero es evidente y pocas personas siguen dudando si una mujer pueda ganar una vida en un campo profesional.
La cultura ha cambiado también. Una mujer que es activa sexualmente no es un escándalo, y nadie se asusta si una mujer compra condones, contracepción, or preservativos. Las madres solteras no chocan a nadie en estos días. Con la cantidad de personas que asisten a las universidades a mayores edades, o que cambian sus profesiones en medio de la vida, tampoco tiene sentido decir que tener un hijo a una edad joven significa la destrucción de todos los sueños de una mujer.
En total, el arquetipo que daba la ideología del aborto legal su fuerza no existe más. Con más poder, las mujeres han podido reflejar en sus anhelos pensando en lo que quieren de verdad, sin tener que probar que son iguales a los hombres o romper estereotipos (logros que ya sucedieron y que son banales actualmente). Fortunadamente, muchas mujeres que han tenido el tiempo y el espacio para reflejar concluyen por la mayoría que una de sus metas más preciosas es ser madre y conocer a hijos. De hecho, hay muchas mujeres que tienen miedo de llegar a la edad mediana y haber perdido el chance de tener hijos.
El aborto fue un símbolo de progreso femenino cuando las mujeres no tenían ni el poder ni la responsabilidad de cumplir con las ética más alta en términos espirituales y cívicas. Hoy, cuando las mujeres tienen todo lo necesario para cumplir con los deberes de la ciudadanía, es un insulto decir que ellas son incapaces de sacrificar su comodidad para que un ser humano tenga la oportunidad de nacer y vivir una vida. Lo que fue un símbolo de progreso femenino antes hoy es un simbolo de la infantilización y desprecio anacrónicos—los restos de una muerta época cuando las mujeres eran tan víctimas que nadie pudiera exigirles la moralidad superior.
Supongo que las mujeres empoderadas no aceptan excusas de otras. Antes una mujer moderna podía decir a una chica que hace tonterías, “pobrecita, que inculta e ineducada, ¿quién la condenaría?” Pero hoy la mujer moderna puede decir a la misma chica, “sé mujer ya, y no te portes como boba.” En un mundo de condones, pastillas para impedir embarazos, adopciones abiertas, Title IX, y una cultura feminista, no se puede decire que una mujer que se embarazó sin querer dar luz es víctima. Ella es, como cualquier hombre, un ser complicado que tiene que cumplir con sus obligaciones y navegar las consecuencias de la vida moderna.